jueves, 1 de octubre de 2009

El viento entre las ruinas






El premio de Poesía Miguel Hernández en su edición de 2009 recaló en José Luis Morales (Fernancaballero, Ciudad Real, 1955). Y en su obra El viento entre las ruinas (Hiperión, Madrid, 2009).

He leído el libro tres veces. Y lo he hecho por curiosidad y experimento. La obra está bien construida, muy bien diría. Los versos medidos, las expresiones justas, la originalidad en la casa (sus partes y las ruinas), el recuerdo a su padre y a su madre, las dedicatorias…

Es un libro de premios. Un poemario para ganar un premio. Veo el acta del jurado y, es un jurado para publicar un libro en Hiperión, con Munárriz incluido.

Los poemas, dignos. Pero el libro vacío de chispa, de genio, de fuerza. La ausencia de pasión ha hecho que lea tres veces el libro para intentar encontrar algo que no existe.

El conjunto de la obra lo da el título, los títulos de los poemas y el camino de versos sin fuerza.

Repito, por si no han leído bien. Está muy bien escrito, hay oficio, pero ningún beneficio para el lector.


6 comentarios:

Jesús Aparicio González dijo...

No he leído el libro y no puedo opinar con conocimiento pero es una pena que editoriales y premios tan importantes no respondan publicando obras que de verdad emocionen.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Un fuerte abrazo Jesús.

ASOCIACIÓN SOCIOCULTURAL ATAMAN dijo...

Sobre todo es un pena que duerman en cajones de escritorios palabras que deberían andar danzando . Un beso

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Tiene usted razón Verónica, toda la razón.

Píramo dijo...

Es de las pocas veces que le veo a usted hacer una crítica no apologética de alguna obra, lo que le da, si cabe más credibilidad a sus juicios. Creo que el libro que glosa puede abrir el eterno debate sobre si en poesía importa más la forma que el fondo. Desde la dualidad barroca del culteranismo-conceptismo,es ese un tema recurrente entre los críticos. Por su argumentación, intuyo que para usted la poesía debe decir algo, emocionar. Pero cuando Góngora, en aquel soneto cuyo primer verso rezaba "Prisión del nácar era articulado", nos habla de un tema tan trivial como el pequeño accidente que sufre una dama al despojarse de un anillo del dedo, ¿se puede hablar de mala poesía? El lucimiento técnico de Góngora es incuestionable. Su sola preocupación por la forma, pese a ser maravillosa, ¿le condena a salir del Parnaso? Dejo el debate abierto. Saludos a todos los aloguistas.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Buenas noches Píramo. Gracias por sus palabras.

Veamos, existe realmente la mala poesía, que en esencia no es mala, la forma puede ser perfecta pero el fondo está vacío.

La poesía verdadera o auténtica debe guardar ese equilibrio entre fondo y forma.

La historia y el paso del tiempo, serán los jueces de su condena o de su elevación a los altares.

Un fuerte abrazo.