No es fácil fallar un premio de poesía. Y mucho menos cargado de anécdotas de escritores. Almuerzo y sobremesa acompañado de sublimes amigos que derrochan un vida plagada de recuerdos.
La vida hay que vivirla. Y cada anécdota es una parte de ti mismo. Un homenaje que la vida nos hace a cada uno de nosotros. Un regalo.
Hace un año justamente compartí la mesa con Luis Alberto de Cuenca, José Mateos (Pepín), Enrique García-Máiquez y Abel Feu. Con Luis Alberto se fraguó el libro Elogio del Desierto, de José del Río y Julio Martínez Mesanza. Enrique no sabía que iba a ser padre y José Mateos sublime, sublime siempre.
Abel hace negocios donde va. Un libro por aquí, un libro por allá. Aunque la lluvia le está causando una mala pasada y le haya destrozado algunos libros. Pero malos. Él pone siempre los poetas malos abajo por si hay inundaciones.
En esa ocasión ganó un libro primerizo. Elías Marchite estaba casi inédito. El premio no tenía plica, los autores iban a pecho descubierto.
Este año la mesa la ocuparon Felipe Benítez Reyes, Julio Martínez Mesanza y Juan Bonilla, además de Abel Feu, que repite, y repetirá mientras él quiera.
El premio era secreto. Los autores iban ocultos. Pero lo de siempre. La tristeza de la Literatura. Los expertos que se “adivinan”. Aquellos que tienen oficio y beneficio pero ni puñetera idea de lo que es un poema, y mucho menos un poemario.
Felipe estuvo muy bien, genial. Contó interminables anécdotas que llenarían diez novelas. Obras mejores desde luego que las de Cercas o Muñoz Molina. Julio elegante y discreto. Hablaba cuando tenía que hablar. Respira poesía en sus venas. Juan Bonilla deslumbrante. Una lucidez tremenda y una vida dedicada a la escritura.
Aprender y callar. Escuchar y sonreír. Es lo que queda, que aún es mucho.
Ángel Mendoza se ha llevado el galardón esta vez. Y ha sido con justicia. La misma justicia de sus versos. Cuando se lea el libro Pájaro negro todos agacharán la cabeza. Un gran libro.
Por lo demás, no pararía de mencionar nombres y nombres que han salido a relucir. Pero yo sigo buscando a Pepe Cala. Me interesa cada vez más, como interesa el surrealismo a Juan Bonilla.
La vida hay que vivirla. Y cada anécdota es una parte de ti mismo. Un homenaje que la vida nos hace a cada uno de nosotros. Un regalo.
Hace un año justamente compartí la mesa con Luis Alberto de Cuenca, José Mateos (Pepín), Enrique García-Máiquez y Abel Feu. Con Luis Alberto se fraguó el libro Elogio del Desierto, de José del Río y Julio Martínez Mesanza. Enrique no sabía que iba a ser padre y José Mateos sublime, sublime siempre.
Abel hace negocios donde va. Un libro por aquí, un libro por allá. Aunque la lluvia le está causando una mala pasada y le haya destrozado algunos libros. Pero malos. Él pone siempre los poetas malos abajo por si hay inundaciones.
En esa ocasión ganó un libro primerizo. Elías Marchite estaba casi inédito. El premio no tenía plica, los autores iban a pecho descubierto.
Este año la mesa la ocuparon Felipe Benítez Reyes, Julio Martínez Mesanza y Juan Bonilla, además de Abel Feu, que repite, y repetirá mientras él quiera.
El premio era secreto. Los autores iban ocultos. Pero lo de siempre. La tristeza de la Literatura. Los expertos que se “adivinan”. Aquellos que tienen oficio y beneficio pero ni puñetera idea de lo que es un poema, y mucho menos un poemario.
Felipe estuvo muy bien, genial. Contó interminables anécdotas que llenarían diez novelas. Obras mejores desde luego que las de Cercas o Muñoz Molina. Julio elegante y discreto. Hablaba cuando tenía que hablar. Respira poesía en sus venas. Juan Bonilla deslumbrante. Una lucidez tremenda y una vida dedicada a la escritura.
Aprender y callar. Escuchar y sonreír. Es lo que queda, que aún es mucho.
Ángel Mendoza se ha llevado el galardón esta vez. Y ha sido con justicia. La misma justicia de sus versos. Cuando se lea el libro Pájaro negro todos agacharán la cabeza. Un gran libro.
Por lo demás, no pararía de mencionar nombres y nombres que han salido a relucir. Pero yo sigo buscando a Pepe Cala. Me interesa cada vez más, como interesa el surrealismo a Juan Bonilla.
10 comentarios:
Javier, enhrabuena por la labor que hacéis desde la fundaci´n, estos días he seguido trama y desenlace de los premios y ciertamente el mérito no está sólo en el hecho de permitir a un autor publicar un libro, va mucho más allá, crea interés en mucha gente, los acerca a la poesía, a la nueva poesía, con much bueno y probablemente mucho malo, pero en general desconocida.
De nuevo enhorabuena y un fuerte abrazo
Estoy seguro de que el premiado lo merece, el libro de Marchite me ha encantado, y entiendo que haya sido seleccinado. Seguro que en esta edición el resultado es igual de bueno.
Gracias Capitán.
Un fuerte abrazo.
Gracias por el recuerdo, por Ecoem, por el premio y, estoy convencido, por el libro premiado. Enhorabuena por la parte (grande) que te toca.
Muy bueno lo de Abel y los libros malos debajo...
Bueno, pues ya lo leeremos...
Hoy me ha llegado el de Marchite y me ha sorprendido muchísimo el primer poema.. y luego alguno más (que he ojeado entre llamada de teléfono, y recurso, y alegaciones) ¡escribir poesía de la vida real, de lo que ocurre ahora, en el siglo XXI..
Enhorabuena, al ganador, y a los que premian...
Besos
Pd.: ¡ Venga...enseñar las manos, si no os las van a corta¡...¡será posible... todos con las manos a escondidillas¡
Enrique, en la parte estamos todos, hasta tú.
Un fuerte abrazo Enrique.
Un fuerte abrazo Mangeles.
Muchas gracias por todo.
Felicitaciones al ganador, enhorabuena al jurado, una labor nada fácil,he seguido también en silencio la trama como bien comenta Capitán,sin duda momentos intensos y llenos de emoción.
Un abrazo.
Muchas gracias América.
Un abrazo.
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